Letter from a yellow cherry blossom (Naomi Kawase, 2003)



Semanas atrás escribía en este blog sobre Berlín 10/ 90, documental de Robert Kramer en el cual el realizador finiquitaba una hora de disertaciones con la categórica frase “filmo para luchar, para combatir”. Hace unos días, el arranque de Letter from a yellow cherry blossom (Naomi Kawase, 2003) me ofrecía a la directora japonesa afirmando que “filmaba para vivir, para sentirse viva”. En consecuencia, una cinta me llevó a la otra, hilé ambas como si las hubiera visto en una hipotética sesión continua. No me debería haber extrañado esta asociación fortuita de Kawase y Kramer, directores de generaciones y culturas distintas pero que transitan a través del cine con la misma actitud radical; sin obviar el raigambre cultural en sus propuestas ambos encuentran en el cine diario la posibilidad de expresar su realidad inmediata, un aquí y ahora moldeado desde el yo íntimo.


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En Letter from a yellow cherry blossom, Kawase filma a petición de Kazuo Nishii (fotógrafo y crítico de cine) los últimos días de vida de éste, postrado en la cama de un hospital. Más allá de la pura observación, el método de acción de Kawase se basa en la implicación con su maestro y la relación que se establece entre ambos. Y la virtud reside en alejarse de cualquier paternalismo o sentimentalismo hacia la persona que se está muriendo. Recuerda, aunque sin ser tan urgente la situación, a su filme Tarachime (2006): años después, Kawase ofrecía las imágenes que grabó acompañando a su abuela en los estertores de su existencia, si bien la ligaba al nacimiento de su hijo para actuar ella como enlace generacional y ofrecer un testimonio en presente del ciclo vital.
La idea de Kawase parece estar en no querer desgajarse no ya de su autoría, sino de sí misma, y por esto encontramos en ambas películas a una directora activa, que entiende que la mejor manera de ofrecer un panegírico sobre una persona es regalándonos su relación con ella, sin idealizar ningún aspecto. Y así también, actuando cámara en mano, edifica una autobiografía filmada, lo que me vuelve a trasladar en este viaje de idas, vueltas y citas a Robert Kramer. Ambos se encuentran contagiados por la vitalidad que les ofrece el acto de filmar.
Era en Berlin 10/90 donde la memoria jugaba un papel canalizador; Kramer estructuraba desde su hipnotizador discurso gran parte del filme. Kawase en Letter from… nos muestra al agonizante Kazuo Nishii reflexionando sobre esto, la memoria: “Es triste guardar algo en la memoria porque significa que ya no existe”; de nuevo vuelvo a Kramer y a sus recuerdos de lucha, de supervivencia en los agitados sesenta. Ciertamente, son recuerdos muertos, de lo que dejó de existir, reflejados en el rostro alicaído y desencantado de Kramer. Aún así éste encuentra una última ranura donde filtrar su esperanza, ese “filmar para seguir combatiendo”, mientras graba las formas extrañas del fondo de la bañera. Kawase al final de Letter from a yellow cherry blossom también se evade del entierro de su maestro para llevar su cámara hacia las ramas que se mecen en el exterior. Filmar para seguir viviendo.
El mismo Antonioni que afirmaba que para él “hacer una película era vivir” sentiría envidia, sana o no, de lo que han llegado a perpetrar ambos, Kawase y Kramer, llevando su existencia hacia, según las palabras del agonizante Kazuo Nishii, “ese otro universo en el que vivimos cuando filmamos o fotografiamos algo”.

Aurelio Medina

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen blog sobre cine "inusual".
Recomendar también otra web de tematica similar o incluso peor!

http://www.theweirdworldof.com

Javi.H dijo...

siiii muy interesante peor donde kojones la encuentro,