Trilogía de House (Amos Gitai, 1980, 1998, 2006)




Durante A House in Jerusalem (1998) entre las innumerables calles que se extienden hacia las afueras del Jerusalén occidental, Amos Gitai fija la cámara en el extremo de Dor Dor Vedorshav, la dirección donde realizó House en 1980. La intención es preguntar a todo aquel que cruce el significado del nombre de la calle. La mayoría remite a una cita de la Torá hebrea; para unos, hace alusión a las nuevas generaciones y las interpretaciones modernas que harán de las santas leyes, para otros, que a pesar del cambio generacional y las nuevas perspectivas, las leyes seguirán imperturbables. Otros quedan hieráticos ante la cámara sin ofrecer respuesta. Gitai alza la voz para llamar la atención de un señor que prefiere no responderle por considerarle extranjero. Dor Dor Vedorshav sigue quedando como un escueto jeroglífico indescifrable, paradigma del crisol de voces que es Jerusalén: la disparidad de opiniones trasciende el nombre de la vetusta placa para instalarse en todas las casas de la amplia avenida, en cada uno de los rostros y discursos disonantes que la habitan. La trilogía de House (House, 1980, A house in Jerusalem, 1998 y News from Home, 2006) que conformó Amos Gitai durante treinta años ha quedado como su mayor aproximación a la realidad humana del conflicto de su país, donde la voz la tienen los inquilinos de la calle Dor Dor Vedorshav, “microcosmos de la realidad palestino-israelí”, en palabras del propio Gitai. Hastiado de las imágenes de los telediarios, Gitai quiere salir de esa trampa en la que se han convertido los informativos llenos de carnaza y de su efecto narcotizante, y acercar su cámara hacia el interior de estas viviendas e inquirir sobre los rostros de éstos, protagonistas de la intrahistoria del conflicto.


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El retrato de este lugar comienza en 1980, en un saturado y amateur blanco y negro que filma las obras de la casa que perteneció a un anciano médico palestino. La situación política se fue filtrando por las imágenes polvorientas de Gitai, cuya intención primeriza de filmar las máquinas y planos de la construcción fue mutando lentamente hacia el retrato descarnado de este anciano, que observa cómo pierde su hogar, abandonado a su incipiente diáspora. El documental inició una serie que adquiriría su significado global con los posteriores retornos al lugar. La espontaneidad y frescura de House, la sensación de estar descubriendo a la par del director la existencia de este microcosmos, deviene en los siguientes filmes en una mayor preparación y planificación, donde el discurso está más hilvanado desde la figura categórica del director. El estilo de Gitai se ha depurado con los años, y ya en la continuación A house in Jerusalem encontramos esos pausados planos secuencia, música étnica sobre largos travellings que acompañan a los personajes, o bellas imágenes que bordean lentamente las rendijas del muro que separa los pueblos enfrentados. Los largos tránsitos de la cámara a través de Dor Dor Vedorshav son la apuesta estilística para introducirnos en las pequeñas historias de estos habitantes de tres generaciones distintas, protagonistas de la constante “diáspora en espiral” en la que viven sometidos. Y la virtud del director israelí está en llegar a inmiscuirnos en esta realidad, este microcosmos, sin contaminar su discurso de un tufo deliberadamente panfletario, a pesar de la resignada afirmación del propio Gitai sobre su país, aquel donde “la política se cuela en tu dormitorio aunque pretendas ignorarla” . Mientras House es el drama en primer término, aquel que surge de manera virginal y espontánea ante la cámara, A House in Jerusalem y News from Home mantienen la virtud de tener autonomía propia a pesar ser dos películas esclavas del recuerdo de la primera (más aún la última entrega). Ofrecen largos encuentros con los habitantes de las casas de Dor dor Vedorshav, conversaciones cercanas donde el director desgrana las historias de los vecinos (enorme el grado de intimidad al que llega por momentos) algunos golpeados por la ausencia de sus antecesores, otros, “turistas ajenos” a las tragedias que albergan sus paredes. El rostro en blanco y negro del médico palestino de House se funde con el de su hijo, veinte años después, al final de A house in Jerusalem, impotente frente a la irreconocible casa que perteneciera a sus antepasados.
Quizá por esto, la trilogía de House quede como un moderno retablo en tres piezas de la realidad del país, alejado del exotismo del conflicto, mostrando sus debilidades y pequeñas odiseas; los de aquellos que permanecen resignados ante la casa que perteneció a sus antepasados y que hoy día está en manos extrañas, o los palestinos que desde Jordania, enésima parada de su diáspora, preguntan a Gitai en qué estado se encuentra Dor Dor Vedorshav, antiguo hogar de sus padres. Gitai busca la sinceridad con su país, al modo en que (según cita él mismo) Rossellini y Fassbinder hicieran “al ofrecer la cruda perspectiva contemporánea de los suyos ”; mostrando en primer plano miserias de alcoba sus películas nunca dejaron de ser intensos homenajes a sus países.
A su vez, House ha servido a Amos Gitai para descubrir y elaborar sus propios postulados sobre el cine. Su tercera cinta se acerca al ensayo fílmico, donde se distrae por momentos del discurso principal para reflexionar sobre la forma de este relato. Gitai se desenvuelve entre los cimientos de una obra mientras deja disertaciones sobre la forma de su película, equiparando la construcción del discurso documental con la búsqueda arqueológica: su cámara escarba pacientemente entre lo visible intentando hallar qué existe bajo el polvo. Esta reflexión parece echar la vista atrás y acudir a la gestación del proyecto germinal que fue House, donde el descubrimiento del anciano palestino le hizo extender una búsqueda que treinta años después aún sigue dando frutos.
En News from Home, Gitai acude en su alocución final a lo imperecedero del recuerdo, acercándose a la parábola de aquel rabino que ve cómo sus descendientes van dilapidando el conocimiento que él transmitía, se pierden en el tiempo sus enseñanzas, los preceptos se confunden, al igual que ocurre en el presente con los habitantes de Dor Dor Vedorshav, voces enfrentadas por el significado real de la frase. Construida a modo de epílogo inconcluso, News…deja abierta la puerta a futuras imágenes que se puedan inmiscuir dentro de la trilogía: así, el plano final volviendo de Jordania se funde con la imagen de Natalie Portman alejándose en coche del mismo lugar en Free zone (Amos Gitai, 2005). Gitai está exponiendo la fuerza evocadora de nuestro personal imaginario cinematográfico. House, la eterna diáspora en espiral, no se cierra, mantiene el final expectante a nuevas o viejas imágenes, y en él aún tendrán cabida aquellas que, como esta de Natalie Portman, nos remitan a este pequeño microcosmos, reflejo colorista de Jesuralén, que es Dor dor Vedorshav.

Aurelio Medina